30 mar 2010

Poemas románticos del amor y la amistad, de autores famosos: "Aquí en la orilla blanca", de Luis Cernuda


De vuelta de nuevo. Hoy os hablaré, aunque poco, de un nuevo blog que con otra gente estamos preparando. No me preguntéis de donde vino la idea, pero si os diré que tiene mucho que ver con aquello que en el último post os quise comentar: los sentimientos no solo deben abrirse, hay que activarlos, sacarlos afuera a pasear, mostrarlos y dejarlos libres para que produzcan.

Se habla mucho hoy de la Ley de la Atracción, de la Abundancia, ... ¿Pero no creéis que esa abundancia, esa generosidad debe ser bidireccional? ¿Quieres recibir? ¿No será bueno que comiences ofeciendo?

Empecé ese tema en este blog, pero lo voy a sacar fuera. Quiero preservar este espacio únicamente para lo que fue creado. Si queréis saber más sobre mi nuevo proyecto os paso el link:

Para dedicar, para regalar, para recordar, para reafirmar...

Recupero hoy una sección que hace tiempo dejé de trabajar. Con ella os voy a intentar ofrecer Poemas Románticos de amor y/o amistad de autores consagrados o famosos.Empiezo con un poema precioso...

de Luis Cernuda


Aquí en esta orilla blanca...

Aquí
en esta orilla blanca
del lecho donde duermes
estoy al borde mismo
de tu sueño. Si diera
un paso mas, caerla
en sus ondas, rompiéndolo
como un cristal. Me sube
el calor de tu sueño
hasta el rostro. Tu hálito
te mide la andadura
del soñar: va despacio.
Un soplo alterno, leve
me entrega ese tesoro
exactamente: el ritmo
de tu vivir soñando.
Miro. Veo la estofa
de que está hecho tu sueño.
La tienes sobre el cuerpo
como coraza ingrávida.
Te cerca de respeto.
A tu virgen te vuelves
toda entera, desnuda,
cuando te vas al sueño.
En la orilla se paran
las ansias y los besos:
esperan, ya sin prisa,
a que abriendo los ojos
renuncies a tu ser
invulnerable. Busco
tu sueño. Con mi alma
doblada sobre ti
las miradas recorren,
traslúcida, tu carne
y apartan dulcemente
las señas corporales,
por ver si hallan detrás
las formas de tu sueño.
No lo encuentran. Y entonces
pienso en tu sueño. Quiero
descifrarlo. Las cifras
no sirven, no es secreto.
Es sueño y no misterio.
Y de pronto, en el alto
silencio de la noche,
un soñar mío empieza
al borde de tu cuerpo;
en él el tuyo siento.
Tú dormida, yo en vela,
hacíamos lo mismo.
No había que buscar:
tu sueño era mi sueño.

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