28 abr 2010

Flashes. Pensamientos y reflexiones sobre la vida y el amor. El río de la vida

Doy comienzo a una nueva sección que creo os gustará: "Flashes". A partir de fragmentos y escritos diversos voy a invitaros de nuevo a reflexionar, a pensar, a valorar, a sentir. Sobre el amor, sobre la vida, sobre vosotros, ¿quizás nosotros?


EL RÍO DE LA VIDA (fragmento de En la Tierra de Nunca Quizá. La Nación de Goig)

Teresa recordó cuan variable es la naturaleza… Imprevisiblemente maravillosa… La historia del río se reescribía a cada instante, nada era ni podía nunca ser igual. En cada palmo de recorrido, incluso en cada gota de fluido se dibujaba una aventura interminable y siempre única. Una lluvia débil o torrencial, el cambiante paso de un viento o vientecillo, un tronco caído, un canto rebotando lanzado por un niño, una simple hoja… El efecto mariposa, ¡que concepto tan apasionante!
En una sonrisa Teresa ocultó todo aquello que, sin saber aun como ni porque, se estaba revelando en sus cavilaciones. Luego volvió su mirada hacia el estanque que se abría en frente suyo: quietud, ligeramente alterable pero comparativamente con todo aquello que acababa de contemplar la primera palabra que le vino a la cabeza era esa… Quietud, mas, contradictoriamente, inquietud… ¡Qué chocante percepción! En ese bálsamo de vida apaciguada no respiraba paz… Teresa percibía angustia. Allí, donde todo era más previsible, donde el agua parecía reposar, donde… Teresa se estremeció, en su pensamiento se introdujo una idea que la hizo temblar de pies a cabeza: en aquellas aguas estancadas casi todo habitaba dentro de lo establecido, era como un acomodado y a la vez conformista ecosistema donde distintos organismos desarrollaban un papel limitado a la vez a las posibilidades y a las exigencias pautados por el medio, la mitad de las veces, y por los seres considerados o establecidos como más poderosos, en otras tantas ocasiones.
Teresa se puso las manos en la cabeza. Dios, allí estaba su vida… Su vida y la de tantos… En el río, en el estanque… ¡Regresaba! ¡Por fin comprendía! La vida era como un río. En un manantial de energía nace nuestra existencia y con el flujo del crecer desarrollamos nuestra infancia entre el libre y excitante curso y las represas que el mundo adulto nos quiere mostrar. En nuestra niñez probamos la vida en su máximo esplendor pero la mayoría de personas terminamos rindiéndonos a las pautas convencionales, a aquellos costumbristas e impuestos mandamientos que se forjan en las culturas, en los grupos y subgrupos, en las sociedades “civilizadas”.
-“Me civilizaron” -pensó Teresa- “Desde pequeña me condujeron hacia lo establecido, hacia la “quietud” convencional. Mis rebeldes impulsos de adolescente no sirvieron de nada, mis ansias soñadoras de juventud sucumbieron ante el ímpetu social… Y terminé, ¿cómo no?, en una laguna preformateada y regentada por otros, protegida del río y su salvaje transcurrir, preservada de la irracional vida…”

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