1 jun 2010

Un pensamiento más, otra reflexión, sobre volverse a enamorar

Un nuevo flash, otro pensamiento, una invitación a la reflexión, sobre el amor, sobre el poder volverse a enamorar. Un fragmento del libro "En la Tierra de Nunca Quizás. La Nación de Goig." Una niña explica a Teresa de forma muy sencilla algo que a los adultos nos cuesta mucho entender.

Entonces Nuri la besó en la frente y, asombrosamente, propuso:
- ¿Quieres que juguemos a papás y a mamás? Venga, pon tu cabecita en mi regazo y cuéntale a “Mami” qué más te preocupa...
Teresa no podía negarse. Además, le parecía una insólita pero muy simpática idea. Así que se recostó apoyándose en la falda de la niña y, mirándola con dulzura, explicó:
- Me he equivocado tanto, en tantas cosas... Y ahora no sé como corregir...
- Mira, cuando era pequeñita tuve un profesor que nos enseñó que “aquel que tiene boca, se equivoca...” Todos nos equivocamos. En la escuela nos enseñaron que si has escrito o dibujado en lápiz y te equivocas puedes borrar y corregir. Pero si lo has hecho con tinta, entonces hay que repetir, hay que reescribir o redibujar toda la página. Los tachones no valen, solo ensucian... Hay que reescribir y, ¿sabes?, casi todo en la vida se puede reescribir. ¿Lo comprendes, vida?
- Sí, mami. ¿Puedo contarte otra cosa?
- Claro, cariño, dime...
- Me asusta volver a enamorarme, a amar, a entregarme... Amando me hicieron daño y ahora tengo miedo y, aunque lo deseo, no puedo...
- Mira, te voy a contar algo: suponte que llega la Pascua y me cuentan que los preciosos y apetitosos huevos de chocolate están escondidos en el bosque. Ah, pero además, me dicen que el huevo más grande, el más hermoso y rico, se escondió en un agujero del suelo. ¿Me sigues?
- Sí, Nuri... Perdón, mami...
- Yo voy y meto la mano en un agujero y, ñaca, me muerde un conejo. ¡Ay! Luego voy y meto la mano y, ñaca, me muerde un hurón. ¡Ay! ¡Ay! Después insisto y vuelvo a meter la mano y..., y.... ssssss, me pica una serpiente... ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! Y, ¿qué voy a hacer? ¿Dejaré de meter la mano? ¿Voy a pensar que ese grandioso huevo no existe? Es una opción. Pero si la escojo nunca tendré ese huevo... ¿No resulta mejor darme cuenta de que cada vez que metí la mano lo hacía en un agujero diferente? Y si pienso eso puedo creer que la próxima vez meteré la mano en un agujero nuevo. Y en ese agujero nuevo quizás se halle mi tesoro, ¿no crees?


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